La decisión de Irina Karamanos, pareja del presidente electo de Chile, Gabriel Boric, de asumir como primera dama generó diferencias en el movimiento feminista chileno, desde donde fue criticada por aceptar un cargo anacrónico pero también respaldada por su intención de reformularlo “desde dentro”.
Un sector se mostró decepcionado de que aceptara un puesto “anacrónico”, al que no se llega por méritos propios sino por mantener una relación “sexoafectiva” con el presidente, pero también fue aplaudida por su intención de imprimirle al cargo una visión “más feminista”.
/Los tiempos